Comunicación y tecnología
Asistí, dentro de un curso que realicé, a una conferencia tan interesante... que no me resisto a compartiros lo que aprendí.
Os sitúo. La oradora fue Estrella Montolío, profesora en la Universidad de Barcelona de Filología Hispánica que trabaja, además, como consultora en comunicación en empresas como Bimbo, ENDESA, BC Hotels…
El título de la charla fue “Comunicación y tecnología: una relación ineluctable” (supongo que casi nadie sabrá, yo no tenía ni idea, que esta palabra significa “contra la que no se puede luchar"), ¡Uf!
Su primera frase fue: “En la sociedad de conocimiento en la que vivimos, las organizaciones necesitan añadir habilidades comunicativas a las habilidades técnicas de sus empleados”. Y ya me “enganchó”.
La conferencia la basó en su experiencia de trabajo en La Caixa. La gerencia marcó un cambio de estrategia en el departamento de informática: dejarían de trabajar solo como programadores (subcontratarían a terceros) para trabajar como gestores de proyectos (intermediarios), subcontratando a otras personas o empresas, abaratando costes. Ella fue la encargada de formar en comunicación a más de 300 personas, auditó el proceso, detectando las deficiencias y proporcionando herramientas que la hicieran eficaz.
Los conflictos serios tenían su origen, en la mayoría de los casos, en problemas de comunicación: estaban acostumbrados a hablar “dando órdenes” a máquinas y ahora tenían que hacerlo con personas.
Os resumo algunas de las ideas que trató:
- No podemos olvidar que a través de nuestros textos, de nuestra redacción, construimos nuestra imagen como emisores.
- En la comunicación, interna o externa, es importante detectar dónde se producen lo que ella llamaba "cortocircuitos comunicativos".
- Aunque parezca obvio, debemos tener claro cuál es el objetivo de la comunicación, dejar claras nuestras expectativas, así evitamos situaciones como estas:
- “Esto no es lo que te pedí.”
- “¡Pero si esto es lo que me decías en tu email!”
- Debemos analizar la documentación: por qué y para qué tenemos los documentos. Preguntarnos si son necesarios y analizarlos (“siempre se hicieron así” y lo único que vamos cambiando es su “forma”).
- Debemos proporcionar herramientas de ayuda para mejorar la comunicación escrita (nos mencionó el ejemplo de Ikea que tienen un equipo de lingüistas solo y especialmente para asesorar en la redacción de las instrucciones ¡Lógico!).
- Es fundamental adaptar el texto a las necesidades y expectativas del lector: debemos comunicarnos como expertos que se dirigen a expertos y/o a semiexpertos. Es crucial conocer a quien me va a leer.
- El lector “concentrado” ya no existe: leerá en “situación de atención compartida”, haciendo otras cosas al mismo tiempo. Necesitan una guía, elementos de metadiscurso que le ayuden para que su lectura sea cómoda: un buen índice, un buen uso de las listas, enumeraciones, que visualmente sea atractivo...
- Nuestros objetivos al redactar un texto deben ser:
- Cuidar la corrección lingüística, la ortografía, la puntuación...
- Organizar el documento de forma que la información sea fácil de encontrar.
- Utilizar una escritura sencilla y no ambigua que facilite la comprensión de los fragmentos más especializados.
- Usar una redacción amable y empática con el lector.
Disfruté, aprendí y reflexioné en estos importantes temas, espero que vosotros también lo hagáis.
¡Ahora, a ponerlos en práctica!